Agora a Abkházia também quer ser reconhecida como Estado soberano, depois de também a Ossétia do Sul ter solicitado à ONU o reconhecimento da sua independência, no seguimento da proclamação da independência do Kosovo.
Serguéi Markedónov, analista do Instituto de Análise Política e Militar de Moscovo, responde desta forma:
Hoy muchos desearían que Moscú reconociera las “regiones rebeldes”. Sin embargo, cualquiera que sea el desenlace (incluso si el Kremlin se niega a apoyarlos y Kosovo nunca obtiene reconocimiento internacional) el conflicto georgiano-abjazo o armenio-azerbaiyano exigirán sus principios de regulación. Aunque solo sea porque el factor Moscú es secundario. Moscú puede financiar a la élite de las formaciones no reconocidas o puede (como sucedió en 1995) declarar el bloqueo a Abjazia. El Kremlin puede “universalizar” el caso de Kosovo o puede no hacerlo. Pero mientras la élite de las repúblicas no reconocidas no esté convencida de la ventaja de una resolución pacífica de los conflictos, no se avanzará hacia la solución. Desde hace algunos años repetimos que el “caso de Kosovo es único”. Hoy llegó la hora de decir “los casos de las repúblicas no reconocidas de la ex URSS son únicos”. Cada uno a su manera, pues ni pueden reducirse a una fórmula común ni dependen demasiado del comportamiento de los kosovares ni de los expertos en tecnologías políticas del Kremlin.
Serguéi Markedónov, analista do Instituto de Análise Política e Militar de Moscovo, responde desta forma:
Hoy muchos desearían que Moscú reconociera las “regiones rebeldes”. Sin embargo, cualquiera que sea el desenlace (incluso si el Kremlin se niega a apoyarlos y Kosovo nunca obtiene reconocimiento internacional) el conflicto georgiano-abjazo o armenio-azerbaiyano exigirán sus principios de regulación. Aunque solo sea porque el factor Moscú es secundario. Moscú puede financiar a la élite de las formaciones no reconocidas o puede (como sucedió en 1995) declarar el bloqueo a Abjazia. El Kremlin puede “universalizar” el caso de Kosovo o puede no hacerlo. Pero mientras la élite de las repúblicas no reconocidas no esté convencida de la ventaja de una resolución pacífica de los conflictos, no se avanzará hacia la solución. Desde hace algunos años repetimos que el “caso de Kosovo es único”. Hoy llegó la hora de decir “los casos de las repúblicas no reconocidas de la ex URSS son únicos”. Cada uno a su manera, pues ni pueden reducirse a una fórmula común ni dependen demasiado del comportamiento de los kosovares ni de los expertos en tecnologías políticas del Kremlin.
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